Murió sin ver el mar.
Cuando es poco más que una niña, el trabajo de Julia es cuidar a Narciso, hijo del médico del pueblo y de su mujer, Isabel. Durante la Guerra Civil Española, se trasladan a Alicante e Isabel mantiene el contacto con Julia a través de postales en las que expresa sus deseos de que familia y cuidadora vuelvan a reunirse.
La correspondencia se intensifica en 1937, presumiblemente a raíz de la percepción de que el conflicto se prolonga y se dificultan los planes de reunión. Después de ese año no existen postales, hasta 1943 que, en plena posguerra, se reciben las dos únicas de ese año, que se enmarcan en unas vacaciones de la familia en el País Vasco. Ya no habrá más.
La serie de postales contiene una misteriosa fotografía de un grupo de personas en una carretera de Horche, Guadalajara. ¿Son Julia y Narciso la joven y el bebé que aparecen a la izquierda de la imagen?
While Spain faced postwar, the world in general and Europe in particular were mired in a conflict whose consequences shocked in a different way: this difference was marked by the concentration and extermination camps created by the Third Reich. Until then, the concentration camps were not unknown, but it was the first time such a complex industrial infrastructure and systematic methodology were created with the aim of killing people. The methods used by the nazis progressively achieved a sophistication level difficult to assimilate because of their degradation, violence and cruelty with the victims. Today, the territories have changed and some of these places have been maintained and even reformed to become institutions that in one way or another remember what happened; others have being adapted for new uses while others continue with similar functions.
Lager arises the time relationship maintained in these places and gives the viewer the impulse of visiting them. The starting point of Lager comes from reading memoirs from the survivors of the Holocaust (Viktor Frankl, Neus Català and many others) and the explicit shock value that comes from their experiences, including the displacement through several camps like Auschwitz (Poland), Struthof (France), Mauthausen (Austria), Dachau, Buchenwald (and Dora), Flossenburg and Sachenhausen (Germany), in order to locate spatially their background. Through the personal experience , LAGER is built using the remnants that still remain as a link to observe the transformation these places have experienced and their actual use.
Lager is composed by different images of concentration and extermination camps of the Third Reich, as well as their surroundings and related facilities. The final work shows the photo accompanied by a text indicating the place and function of the shown location. The absence of the most representative symbols in these places is deliberate, allowing an individual conception of space-time-reality.
En Emptyness fotos la ciudad es personaje y escenario al mismo tiempo, los espacios sugieren la misma sensación, a la vez que parecen esperar que suceda en ellos. No se trata solo de una aproximación al miedo y la desprotección, también a la identidad (a través de su negativo: la no-identidad), expresada como una colección de lugares que podrían existir en cualquier lugar, desvelando un desvanecimiento de la identidad como reflejo de un proceso que afecta a quienes que los habitan.
¿Qué sucede a los habitantes cuando los espacios que los acogen son tan genéricos? ¿Cómo habitar desde la identidad lugares repetidos diseñados para la eficiencia?
Las fotografías se pueden conectar entre sí como un mismo lugar formado de diferentes espacios. El proyecto plantea el vacío, la alienación y la entrega del espacio a una funcionalidad productiva y estandarizada, donde también se cuestiona la relación que los habitantes de ese espacio pueden construir con él.
Este proyecto recibió la Beca de Fotografía del Ministerio de Cultura y la Beca de Creación Transphotographiques Lille y fue expuesto en ese mismo Festival en 2008 y 2023.
Según Wikipedia, el barrio de Estrecho toma su nombre del Estrecho de Gibraltar, y se encuentra dentro del Distrito de Tetuán, que a su vez se llama así por la ciudad marroquí de la que venían las tropas que se asentaron en los orígenes del barrio. En un ejercicio de coherencia entre nomenclatura y urbanismo, se compone en su mayoría de calles excesivamente urbanizadas y densamente pobladas (la media de la densidad poblacional del barrio es cinco veces superior a la del resto de Madrid), y donde la ausencia de naturaleza es notable. En eso, el barrio también es estrecho.
Me instalé en Estrecho semanas antes del avance de la pandemia del Covid-19 y el consiguiente confinamiento, después de casi diez años viviendo en otra ciudad. Apenas conocía el barrio antes de llegar y en mis micro-expediciones, he aprendido calles, he visto diferentes ejercicios arquitectónicos, pero sobretodo he visto mucha gente. En muchos casos sus historias son también de haber dejado atrás otra tierra en algún momento.
Vivía a unos 70 km del trabajo y casi la única manera de llegar hasta allí era el autobús de la empresa en la que trabajaba, siempre el mismo recorrido a través de la autopista que recorre el Maresme (Barcelona). Según cálculos rápidos, hice aquel viaje -en un sentido o en el otro- unas 1.936 veces, sumando 135.520 km. Es decir: ir 7 veces a Auckland, Nueva Zelanda (en autobús).
Siempre el mismo paisaje, siempre a las mismas horas… La burbuja que era el autobús impedía relación con el paisaje atravesado 1.936 veces. “No lugar” en su estado más puro. Pero, el paisaje entrañaba preguntas: ¿qué habría más allá de los terraplenes, o debajo de los puentes? ¿qué personas, qué olores, qué sonidos habría al otro lado del cristal?… en definitiva: ¿cómo sería el mundo que comenzaba en los márgenes de la carretera?.